En mi azafate (temporal)

(CarcaVera)

«Siento esta aparente superficialidad, esta trivialidad que hace de nexo entre nosotros. Contengo palabras más sentidas que luchan por salir de mi boca en un alarde de temeridad: las veto, no conozco la bienvenida  que se pueden encontrar a su llegada, y me temo que no sea una fiesta cuando antes no han avisado de sus intenciones. Me esfuerzo por hacer gala de una ambigüedad que no cierre ninguna esperanza. Quiero ser cursi, ñoño, zalamero. Alzo el dedo ensalivado en busca del mejor viento; lástima, no sopla a favor. Intento comunicar con la mirada lo que mis labios no moldean, pero el sol fustiga mi espalda y no encuentro rayos que generen esa chispa en la retina imprescindible para que tú notes algo. Ya no me vale el hola y adiós y un beso en la mejilla, las fórmulas, las convenciones, esos formalismos insidiosos… Y temo el momento, de inevitable aparición, en que la relación, a falta de nutrientes, comience a marchitarse, se pierda el cosquilleo, y esas palabras vacuas que ahora pronuncio acaben por ser las que siento».

Imaginen cómo me he quedado al encontrarme esta nota. ¿Es esto una declaración de amor, de intenciones qué van más allá de una relación meramente profesional? Desgraciadamente, no va firmada: estoy rodeada por una legión de cobardes. Lamento la inevitabilidad que se adivina en su conclusión, el hecho cierto de que, censurando el anhelado paso al frente, sus palabras se carguen de razón y queden verificadas por la realidad frustrante que obvia la metáfora y descansa sobre relaciones simples, directas, que no conoce nada más allá de los fenómenos que la generan y conforman. Lo lamento por él, por ese anónimo cercano que ha creído/querido ver en mis acciones un significado trascendente similar al que él se esfuerza en otorgar a cada uno de sus movimientos; debe de ser agotador. E improductivo.

[a] The Goo Goo Dolls – Become

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